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 Noticias | Versión ampliada
Financiera | 13/12/2011
El gran divorcio europeo: Merkel y Sarkozy dejan a los ingleses en el camino
 "Perdemos a los ingleses, apreciados por los mercados, y nos quedamos con Grecia y Portugal, a quienes ya nadie les presta", fue la síntesis de un diplomático europeo.
Vale la pena tomar nota de la fecha de la reciente cumbre de líderes europeos porque va a marcar un hito histórico: el 8 de diciembre de 2011, la Unión Europea inició su proceso de divorcio en cuanto a la integración que se venía llevando adelante desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Todavía habrá que esperar para saber si este divorcio es de mutuo acuerdo o contradictorio, porque recién el gobierno británico avisó que no estaba dispuesto a seguir adelante con el proceso que debería llevar a la UE a una mayor integración fiscal. Pero el momento elegido para anunciarlo no podría haber sido peor: la crisis financiera no cede en Europa, con severos riesgos de default en Grecia, Portugal, Italia y España, así que la señal que dan a los mercados los líderes europeos es de una enorme falta de cohesión frente a los desafíos que plantea el actual contexto. En cambio, a favor se puede decir que los inversores detestan la incertidumbre y, en cierta forma, este principio de divorcio (tal vez) eche un poco más de luz respecto de hacia dónde se dirija Europa. Por más que las autoridades se esfuercen por poner buena cara, lo que pudieron apreciar los periodistas que cubrieron las conferencias de prensa de los anuncios fueron caras de fastidio y resignación. Desde un Nicolas Sarkozy, presidente francés, diciendo que ?hubiéramos preferido una reforma todos juntos, pero no fue posible teniendo en cuenta la posición de nuestros amigos británicos?, a Angela Merkel, primera ministra alemana, yéndose de la cumbre de Bruselas sin hacer declaraciones. En la otra esquina se plantó David Cameron, primer ministro británico, en la difícil postura del responsable del divorcio, al no aceptar que la City de Londres quedara bajo la supervisión de las instituciones europeas. El acuerdo fiscal que impulsaron todo este tiempo Alemania y Francia implica, para los 23 miembros firmantes de la UE (17 de la zona euro y 6 más), que a partir de su sanción, todos se verán obligados a respetar el equilibrio fiscal (algo que también exigía el anterior Tratado de Maastricht de 1992 pero que nadie hizo caso), lo que será supervisado por la Corte Europea de Justicia, junto con una mayor ingerencia de las autoridades comunitarias en los presupuestos nacionales. Además, los países que necesiten ser rescatados (como Grecia) pasarán a ser monitoreados por la Comisión Europea, implicando una importante pérdida de soberanía. El nuevo acuerdo será reglamentado en marzo de 2012, pero ya se plantean problemas. En primer lugar, la integración fiscal también obliga a regular aún más a los mercados financieros, considerados en parte como responsables de las actuales turbulencias. Pero esta condición fue considerada inaceptable por el gobierno británico, que no quiere perder la posición dominante que hoy ostenta la City de Londres como plaza financiera mundial. Sin embargo, Europa es un socio comercial fundamental para el Reino Unido, por lo que la separación plantea muy serios interrogantes respecto del futuro de las exportaciones británicas. Los ingleses siempre avanzaron con reticencias en el proceso de integración de Europa: no adhirieron al euro en 1999 ni tampoco al acuerdo de libre circulación de personas y mercaderías, conocido como Espacio Schengen, en vigor desde 1995. Pero ahora es distinto, ya que se quedan afuera de muchas de las decisiones en la UE. Además, hay que recordar que, aparte del Reino Unido, hay 3 países más que van a evaluar si adhieren: Suecia, Hungría y República Checa. Y para los firmantes, se abre un período de incertidumbre, porque las firmas deberán ser ratificadas por los parlamentos nacionales y todos son concientes de lo difícil que resultó aprobar el Tratado de Lisboa de 2007 en varios de estos países (en Irlanda hubo que hacer un segundo referéndum, por ejemplo). Y todavía nada se ha dicho de lo que tal vez es el mayor problema, peor que la separación del Reino Unido. El nuevo pacto fiscal refuerza la idea de Alemania de que no hay otro camino para salir de la crisis que con ajuste y equilibrio fiscal, sin la posibilidad de emitir eurobonos para financiar los actuales déficits. Y habrá que ver cuántos países son capaces de tolerar el ajuste hasta las últimas consecuencias. ?Esta presión para reforzar las reglas es irracional. Reformar los tratados en menos de un año es imposible. Dejemos de mentirle a la gente, los mercados no son tontos?, advirtió el eurodiputado Daniel Cohn-Bendit, famoso por ser uno de los líderes del movimiento de Mayo del ?68. Para el gobierno alemán, es el momento en que hay que avanzar, porque quedarse a mitad del camino podría ser fatal y provocar la desintegración europea. Pero tal vez, la mejor síntesis de lo que pasa la haya dado un diplomático europeo al afirmar que ?perdemos a los ingleses, apreciados por los mercados, y nos qu
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