Con el cierre del año, a los productores agropecuarios ya no les queda prácticamente soja por vender: el remanente en los campos es de apenas el 1,3% de las 48,5 millones de toneladas cosechadas en el ciclo 2010/11. El dato cobra valor en estos tiempos de tensiones cambiarias, ya que habría que atravesar los cinco primeros meses de 2012 sin esperar una gran liquidación de divisas agrícolas por parte de las exportadoras de cereales y aceites.
Hasta el 7 de diciembre, según datos oficiales recopilados por la Bolsa de Comercio de Rosario, los chacareros se habían desprendido de 45,8 millones de toneladas de soja, el 94% del grano cosechado meses atrás, entre mayo y julio de 2011. Si se descuentan las reservas para semilla, el sector primario conservaba en su poder solo 1,3 millones de toneladas de soja. Esto es algo semejante al promedio de las últimas cinco campañas.
El indicador da por tierra con las versiones que intentaban responsabilizar de la presión alcista sobre el dólar a los chacareros, a quienes algunos acusaban de mantener en el campo soja por casi 5.000 millones de dólares. En rigor, a un valor de 280 dólares por tonelada, la soja que resta comercializar equivale a magros 350 millones de dólares.
La situación descrita es coincidente con el ritmo de liquidación de divisas que mantuvieron a lo largo de 2011 las empresas del Centro de Exportadores de Cereales y la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA-CEC). Hasta el lunes pasado, las traders agrícolas habían ingresado al país la friolera de 23.934 millones de dólares . Es decir que cuando restaban veinte días para cerrar el año, el sector ya había superado con creces su aporte de dólares de 2008 (21.900 millones) y de 2010 (22.200 millones), los anteriores récords.
El escenario muestra a las claras que la cadena agrícola ya dio prácticamente todo lo que tenía para dar y que la lluvia de agro-dólares no regresará hasta la nueva cosecha de soja , a partir de mayo próximo, pues cerca del 80% de las divisas generadas por el sector provienen del poroto y sus derivados. También pone blanco sobre negro que el origen del desequilibrio en el mercado del dólar no se debe a que ingresen menos divisas sino que se fugan en mayor cantidad y que han crecido las importaciones.
Para mantener cierto equilibrio hasta la nueva cosecha de soja, una alternativa sería compensar parte de esas divisas habilitando las exportaciones de trigo (ya se está cosechando) y maíz (ingresa a partir de marzo). Pero esta decisión iría a contramano de la política aplicada por el secretario Guillermo Moreno desde 2006, que restringe los embarques de dichos cereales. La cuotificación de la exportación, en ambos casos, provoca una fuerte distorsión en perjuicio del productor. Así, al comprar esas cosechas, las cerealeras descuentan al chacarero entre US$20 y US$80 por tonelada.
Así, ingresan menos divisas que las que serían necesarias en tiempos normales. |