Más allá de que la crisis que atraviesa Egipto tenga impacto en la Argentina por un eventual contagio financiero típico de este globalizado siglo XXI, el conflicto en el país africano puede repercutir de manera negativa en el intercambio comercial que, lentamente, comenzó a despegar en los últimos dos años.
Egipto representó hasta 2008 apenas el 2% del total de exportaciones argentinas, pero en el último bienio y de la mano de acuerdos bilaterales que le quitaron aranceles al ingreso de varios productos argentinos, especialmente agropecuarios, la hoy convulsionada tierra de faraones se convirtió en uno de los principales destinos para las oleaginosas, granos y sus derivados locales.
Así, de acuerdo a estadísticas oficiales argentinas, durante 2010 Egipto compró 81% más de granos y oleaginosas que en 2009. En el mismo lapso, en divisas, las ventas locales a Egipto crecieron 68%.
Si bien las cifras están muy lejos de hacerle sombra siquiera a las compras chinas de productos agrarios locales, el año pasado Egipto fue uno de los destinos que captó buena parte del aceite de soja que el gigante asiático no adquirió durante 6 meses a la Argentina en medio de un conflicto comercial bilateral por trabas a la importación local. En este ciclo, y de la mano del cierre exportador que los principales proveedores de trigo, Rusia y Ucrania, Egipto (primer importador global del cereal) comenzó a mirar a la Argentina como una buena alternativa para hacerse del grano. Así fue cerrando contratos, que algunos estiman en torno a medio millón de toneladas desde que arrancó el año. Parte de ese tonelaje está pronto a ser despachado en dos buques. Egipto dice que, más allá de su conflicto interno, las compras están garantizadas y que seguirá adquiriendo trigo para contener la inflación. Pero en las oficinas locales el temor es que la partida de los buques cargados con trigo se demore más por la pelea sindical en el puerto de Rosario (ver pág. 2), que por la crisis egipcia.