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 Noticias | Versión ampliada
Maiz | 23/06/2011
Es imprescindible dejar en paz al maíz
Así lo indicaron especialistas que disertaron en la primera jornada del Congreso CREA 2011 en el marco de la exposición sobre "Desafíos tecnológicos para capturar las nuevas oportunidades"..

En el marco de la Primera Jornada del Congreso Tecnológico CREA 2011 que se está llevando a cabo en la ciudad de Córdoba, el director del Instituto Interamericano para la investigación del cambio Global de Brasil, Holm Tiessen, aseguró que el desafío del desarrollo tecnológico es “actuar como un motor positivo ante las nuevas contingencias que plantea un mundo con contingencias múltiples”. Y bregó por que se deje en paz al maíz como alimento, ya que su potencialidad dentro del sistema de producción de biocombustibles es escasa.

En su exposición sobre “Desafíos tecnológicos para capturar las nuevas oportunidades” el disertante brasileño adelantó que asoma una huella muy importante de carbono en todo el mundo. “En ese espacio, Argentina tiene asignada una contribución muy pequeña, aunque, de no tomarse ciertos recaudos puede multiplicarse y alcanzar niveles similares a Estados Unidos y Europa”.

Tras trazar el panorama que se abre sobre los suelos sudamericanos, sostuvo que “habrá que limitar el uso del C y CO2, porque si bien tiene una potencialidad enorme para sus tierras en pleno desarrollo, también representan serios riesgos”.

“Como agricultores atravesamos una situación difícil, generando determinados niveles de carbono, a partir de las necesidades universales de alimentos y por la presión internacional de apostar a los biocombustibles. La presión viene de todos lados”, consideró.

El especialista planteó que se atraviesa un gran desafío de cara el futuro, pensando en la productividad y en la función ambiental y global de las áreas y los suelos. “La elección de cada pueblo debe atender y repensar que los residuos no son energía gratis”, planteó.

Tiessen no mostró un gran optimismo sobre la apuesta hacia el biocombustible para el sector del transporte, tal como pretenden Europa y Estados Unidos. “Los restos fósiles siguen siendo una posibilidad”, destacó. Y explicó su tesitura desde el aspecto energético. “Quemar alcohol de maíz es como hacer arder dos veces el combustible para emplear la energía una sola vez. Actualmente se quema mucho y en el mediano plazo la situación será más grave en procura de sustituir los combustibles fósiles”, puntualizó.

En ese sentido, consideró que Argentina atraviesa una situación mejor que la de Brasil. Aunque exhortó a que en el futuro próximo surjan tecnologías alternativas “para dejar al pobre maíz en paz, porque la gente quiere comer maíz. Sinceramente, creo que el alcohol de maíz no es realmente útil para el sistema de la producción”.

Sobre los problemas que en el corto tiempo atravesarán las naciones agrícolas, el director del Instituto Interamericano para la investigación del cambio Global de Brasil recordó que varios aspectos dependerán de regiones “que no se caracterizan por su estabilidad política”.

“Si observamos detenidamente, el 50 por ciento de las reservas mundiales de fosfato estarán ubicadas en el norte del África, región políticamente inestable. Si a eso le sumamos que la mayor explotación de petróleo está en el mundo árabe, acordaremos con que el panorama no es el mejor. Podemos tomar como ejemplo a China, que tomó la decisión política de limitar sus exportaciones de fosfato, porque sabe que va a necesitar las reservas para el futuro. Siempre la concentración en pocas manos, termina siendo perjudicial para la mayoría, por el manejo de precios que permite”, dijo.

Tiessen insistió en a que los responsables de las políticas agrarias deben pensar en los recursos actuales, para no correr riesgos futuros por la posible carencia. “Próximamente tendremos un pico de producción de fosfato, como sucedió puntualmente con el petróleo. Y llegará un momento en que se acabará, o se producirá a costos muchos más altos. Por eso tenemos que estar preparados, porque los precios van a subir, más allá de que puedan surgir nuevas reservas”, apuntó.

Adentrándose en la situación que se vive en Argentina, el especialista mostró su preocupación por el cambio climático que se está gestando en las “pampas, donde las temperaturas en verano tornan prácticamente imposible la vida. A eso hay que sumarle que faltan lluvias para sostener el proceso productivo”.

El brasileño destacó que este cambio del clima aflige a 30 millones de hectáreas, “una superficie mayor que todas las praderas de Canadá”. También recordó que estas transformaciones son producto de un proceso de 15 años, “con fuerte impacto sobre la productividad.

“De Córdoba hacia el norte del país, siempre se dependió de las lluvias. Cuando llovía un poco más, se ahorraba agua para el riego. Pero a partir de la nueva tendencia en el sector, se hizo un mal uso del agua, porque se emprendieron inversiones con exigencias de rendimientos altos. Y ante fenómenos como la “Niña”, que deja una gran sequía como secuela, no sólo se consume el agua reservada oportunamente, sino que se requiere más para equilibrar la productividad. Y esto no es bueno en absoluto”, manifestó.

Al respecto, trazó una analogía con lo que sucede en la zona desértica de Estados Unidos, donde desde Texas gasta el norte de Montana se están agotando las reservas subterráneas, en pos de dar una imagen imposibles desde la naturaleza.

Exhortó, entonces, a observar las experiencias ajenas, pero no cometer errores similares. Lo hizo al referirse específicamente a la iniciativa presentada por legisladores pampeanos, para trazar un acueducto que permita paliar su natural escasez acuífera. “Si queremos tomar ejemplos, busquemos los positivos, como Canadá, cuyos deshielo permite el desarrollo de la agricultura desde hace 150 años”, graficó.

“Los desafíos son enormes. Pero el principal es tomar decisiones que no afecten a nuestros países, ni a los vecinos. Nosotros decidimos el mundo en que queremos vivir. A nadie le escapa que la urbanización tiene sus propios problemas. Pero el sector agrícola debe repensar cómo vivir con variedad climáticas y recursos cada vez más caros y escasos, algunos de ellos, incluso, agotados”, postuló.

Finalmente, el especialista brasileño lamentó la falta de diálogo que sigue existiendo entre el gobierno argentino y el sector agropecuario. Y remarcó que ningún sector productivo sobrevivirá en el mundo globalizado sin apoyo político.

“Me apena que Argentina, con su alto desarrollo de conocimiento y tecnología, no pueda sentar en la mesa a los productores y a sus políticos. Los agricultores franceses, cuando descargan a modo de protesta su producción y sus deshechos en los Champs Elysees, tienen apoyo político. Acá no sucede. Es imprescindible trazar una política estructural para el sector agropecuario. Los políticos, solos, no podrán hacerlo. Y los productores, por su cuenta, tampoco. La trazabilidad del plan depende de la tecnología política. Y creo que éste es el mensaje más importante”, concluyó.

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