Mientras frente al Congreso la Federación Agraria (FAA) encabezada por Eduardo Buzzi, reclamaba por políticas que permitan el arraigo juvenil en los pueblos, funcionarios nacionales, de las provincias, técnicos del INTA y de universidades nacionales debatían las proyecciones de producción y consumo de alimentos a 2020.
El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, encabezó las últimas jornadas de debate del Plan Estratégico Agropecuario (PEA), el programa para el sector que el oficialismo se lanzó a armar en marzo del año pasado, con la colaboración de distintas entidades, técnicos y universidades, en un intento por contrarrestar los reclamos de las gremiales rurales respecto de la falta de política agropecuaria y de perspectivas a largo plazo.
En el debate de ayer, que sería el anteúltimo ya que para fines de julio se espera la presentación en sociedad del PEA a cargo de la presidenta Cristina Fernández, los técnicos, economistas y referentes de las cadenas productivas coincidieron en vaticinar un escenario de crecimiento de la oferta granaria y cárnica local, de la mano de una demanda global cada vez mayor de alimentos.
Así, públicos y privados, diseñaron un escenario 2020 que da cuenta de una producción de granos en torno a 147 millones y 157 millones de toneladas, a partir de un incremento en el área sembrada (para llegar a 42 millones de hectáreas) y de la utilización de la tecnología.
Si se concreta ese horizonte, la producción granaria argentina subiría 60% en diez años. En ese contexto, los pronósticos coinciden en que la soja seguirá siendo el principal cultivo: se producirán entre 66 millones y 70 millones de toneladas (un 40% más que ahora), lo que derivará en que la oleaginosa represente el 46% del total de la producción granaria anual.
Argentina aportará previsibilidad a la producción mundial de alimentos. Es uno de los pocos países que se atrevió a planificar el futuro, comentó Domínguez en un alto de la jornada.