El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, en su carácter de titular del G-20, expuso recientemente los ejes de su gestión de este conglomerado de países.
Sostuvo Sarkozy que el eje de su actuación será reforzar la seguridad alimentaria de los países más golpeados por hambrunas y desnutrición, principalmente africanos.
Promover la inversión en agricultura, ayudar a los países con menor desarrollo agrícola, mediante el apoyo económico y tecnológico para que logren su autoabastecimiento, limitar la participación de los operadores financieros agrícolas mediante su identificación serán algunos de sus postulados para lograr el objetivo fijado.
Resulta muy difícil después de leer esto no establecer comparaciones con el pensamiento de quienes en nuestro país diseñan las políticas agropecuarias y comerciales. En realidad, íntimamente creo que no tienen capacidad para elaborar ningún plan a largo plazo y solamente su objetivo es mantener bajos los precios de los alimentos internamente, creyendo que ejecutan un plan económico.
La realidad es que no apoyar la producción de alimentos en un país con las condiciones favorables con las que cuenta éste si no es criminal al menos es demencial. En la época que nos toca vivir, el mundo es uno solo y las personas que lo pueblan merecen el mismo respeto en todos los lugares.
En línea con este pensamiento, las responsabilidades que nos tocan a cada uno son insoslayables porque nuestras acciones respecto de la producción tienen efectos sobre toda la población.
Producir lo máximo y responsablemente cuidando el ambiente para que esa producción sea sustentable es nuestra obligación. La mayoría de los productores agropecuarios argentinos así lo entendemos y ponemos gran empeño en lograrlo, a pesar de las continuas exacciones a que nos someten.
Como partícipe activo de la acción gremial no sería ético poner color político a nuestras acciones, pero lejos de bajar los brazos ante la imposibilidad de cambiar las cosas en la política agropecuaria nacional antiproducción, nuestra lucha por la defensa de los principios, las instituciones y el cumplimiento de nuestras obligaciones con todos los sectores socioeconómicos, debemos encararla a través de alianzas con los gobiernos municipales y provinciales, ya que compartimos objetivos y somos damnificados por igual.
Debemos aprovechar la oportunidad que nos brindan las próximas elecciones para cerrar filas con las fuerzas políticas que entiendan que la única manera de bajar la inflación es con mayor oferta, empleo genuino y crecimiento con inversión para lograr desarrollo.
Brindar las mejores condiciones económicas y una infraestructura acorde con los tiempos que vivimos haría que nuestra actividad se incrementara día a día y desarticular la maraña burocrática que cautiva a los productores sería un incentivo para mantenernos en la actividad y dejemos de pensar que la mejor opción es alquilar los campos y que de ellos se ocupen otros.
En el comercio no hay amigos, pero sí intereses comunes; basta con no ser ciego para identificarlos; no reconocer las políticas exitosas insistiendo en los errores ideológicos nos llevará indefectiblemente al fracaso.
El autor es productor agropecuario