Esta semana se conoció el estimado de producción de soja de la actual campaña 2010/2011, elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). En el mismo, la entidad sorprende (o se anticipa a lo que vendrá) con un volumen proyectado de 49,5 millones de toneladas, como una forma de dar por descontado que ya hay pérdidas irreversibles.
O tal vez esta previsión de cosecha esté reflejando la fotografía de hoy que, llegado el caso de no cumplirse con los pronósticos de La Niña, podría ser ajustada conforme vaya evolucionado el patrón de lluvias de aquí a los próximos 30 días.
Mientras tanto, el USDA estimó una producción de 52 millones de toneladas para la Argentina en su informe de noviembre. No hay dudas de que la foto de hoy no es para nada agradable, si consideramos que sólo se ha sembrado el 50 por ciento de la superficie total esperada, mientras que a igual fecha del año anterior la siembra superaba el 60 por ciento. Los números muestran que falta por sembrar prácticamente toda la soja de segunda y un porcentaje importante de soja de primera.
En estos momentos la siembra de soja está totalmente parada en muchas zonas del país ante la falta de humedad suficiente que permita la emergencia de los cultivos. De cumplirse los pronósticos de La Niña, con sequía durante diciembre y enero, es probable entonces que las proyecciones de la BCR resulten demasiado optimistas.
Es muy posible que la firmeza que registra la soja en la Bolsa de Chicago tenga mucho que ver con las perspectivas de un verano seco no solamente en la Argentina, sino también en el resto de la región sur de Sudamérica, incluyendo el centro-oeste de Brasil, Bolivia y algunas zonas de Paraguay.
China y las monedas
La firme demanda de China es otro factor que le da sustento al mercado, y ante la posibilidad de una menor producción de soja en América del Sur, nadie quiere correr el riesgo de quedarse sin comprar soja o de hacerlo cada vez a un precio mucho mayor.
La debilidad de la divisa estadounidense ayuda también a sostener las cotizaciones de las commodities en dólares, pero nos preguntamos cuánto más dejará China que suban los mercados si éstos afectan su inflación doméstica y el costo de sus alimentos.
Ya hemos visto que el solo anuncio del gobierno Chino de aumentar sus tasas de interés para frenar la inflación produjo en forma inmediata una fuerte caída en el precio de la soja, que retrocedió 50 dólares por tonelada durante la semana pasada, para luego recuperar parte de las pérdidas sufridas.
Montaña rusa
Los mercados siguen el mismo ritmo que una montaña rusa, con factores alcistas un día, bajistas al otro. Se suman, además, las decisiones de política económica de las dos grandes potencias, como los Estados Unidos y China. Un estornudo es suficiente para provocar una epidemia de gripe tanto alcista como bajista y, ante la incertidumbre que este escenario genera, hay un gran nerviosismo entre los operadores.
Por otra parte, si el clima no da respuesta a la cosecha de soja de América del Sur, también estará afectado el maíz. En este sentido, el cereal muestra -hasta el momento- un perfil productivo aceptable, si bien depende también de las lluvias, igual que la soja.
En este escenario de tanta incertidumbre climática, o en el caso de recibir lluvias tardías, cobra cada vez más fuerza la posibilidad de la siembra de maíces de segunda o tardíos.
Los precios del maíz en el mercado de futuros convalidan la posibilidad de incluir al cereal en la rotación y de escapar al período de falta de lluvias, que muchos climatólogos pronostican.