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 Noticias | Versión ampliada
Soja | 05/09/2011
Supersoja: el precio del cultivo resiste la tormenta, en un mercado en el que casi todas las commodities pierden
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 La solidez de la economía china, principal demandante, sostiene la cotización de la oleaginosa, que esta semana cerró en 523 dólares la tonelada; en el mediano plazo, no obstante, los fundamentos también están a su favor; gran parte de la suerte del crecimiento argentino está en juego. La soja es una suerte de una niña prodigio, que crece cuando el tiempo le es adverso, sin necesidad de grandes lujos ni de cuidados delicados. Y, como tal, suma logros que sorprenden a expertos y a legos. Esto sucedió en estos días, cuando mientras el mundo sufría por la amenaza de una nueva recesión -o de una desaceleración lo suficientemente fuerte para provocar el derrumbe del precio del petróleo y de los principales activos financieros- la soja resistió: se operaba hacia finales de esta semana en torno a los US$ 523 la tonelada, después de acumular una suba de casi el 11% en agosto. Como quien aprende de la experiencia, la soja pareciera incluso estar rompiendo con la lógica incorporada en 2008, año en que después de tocar su máximo histórico de 611 dólares, se desplomó, en línea con el resto de las commodities , que por entonces tampoco tuvieron tregua frente la crisis que se desató tras la caída de Lehman Brothers. "La soja está soportando los embates de una manera rara", admite Ricardo Negri, responsable de Investigación y Desarrollo de Aacrea, asociación de empresarios agropecuarios. "Nosotros esperábamos que ajustara, pero en la práctica no se está dando: no sólo subió mientras el petróleo cayó [14% en el último mes], sino también mientras cayeron las otras soft commodities. " El precio de la soja se movía usualmente en la misma dirección que el precio del petróleo. Pues el crudo forma parte de los costos de toda cosecha, ya que se incorpora en fletes y es un componente clave de los agroquímicos. Además, como combustible, compite de forma directa con la soja, ya que de sus derivados se produce el biodiesel. Según José Echagüe, director de Quantum Finanzas, existen fundamentos para que esta vez la soja se desacople del crudo. Por un lado, explica, la soja no está cara en términos históricos con respecto al barril de petróleo, sino que se ubica en torno a los valores promedio de los últimos 10 años. Por el otro, existe un tema de demanda: mientras que Estados Unidos, hoy en proceso de desaceleración, es responsable de gran parte de la demanda de crudo; China, que mantendría en 2011 un crecimiento de 8,9%, de acuerdo con las proyecciones de Deutsche Bank, es responsable de cerca de 50% de la demanda de soja. "Cuando fue la crisis de 2008, se temía que junto con el mundo desarrollado todos los emergentes se desplomaran y, por eso, los precios de las materias primas cayeron, incluyendo la soja. Pero eso no sucedió. Así es que ahora se puede pensar que Estados Unidos frene y el resto del mundo no", explica Echagüe. Existe la percepción generalizada de que la demanda de soja seguirá firme, siempre, claro, que China no muestre señales de agotamiento. Después de todo es un jugador no menor: compra 50% de la soja que exportan Estados Unidos, Brasil y la Argentina, los tres mayores productores del mundo. Mientras, la oferta no está del todo garantizada. Factores climáticos en Estados Unidos -el principal productor mundial de porotos de soja, con unas 72 millones de toneladas al año- amenazan con acotarla. En América latina el período de siembra apenas comienza, con lo cual si bien las perspectivas son buenas, tampoco está claro que la producción cumpla con las expectativas. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según las siglas en inglés), Brasil y la Argentina producen 57,8 y 49 millones de toneladas de porotos de soja al año, respectivamente, por lo que suman casi el 50% de la producción mundial. La teoría dice que, ante una demanda firme y una oferta que podría reducirse, los precios subirán. A diferencia de lo que pasó en la crisis de 2009, los expertos coinciden en que, esta vez, la demanda de soja también es más genuina, y no está tan apalancada por la especulación financiera. Después de la burbuja de las hipotecas subprime , muchas regulaciones acotaron la actividad de los inversores en los mercados de derivados y futuros de commodities . Por eso, para Gustavo Grobocopatel, presidente de Los Grobo, "lo que muestra esta reacción de la soja es que la componente especulativa en el precio de los alimentos es menor de lo esperado". UN CAMINO SIN OBSTÁCULOS Para completar el combo en favor de la oleaginosa estrella, están el dólar débil y las bajísimas tasas de interés, que el mundo desarrollado fomenta con la esperanza de poder usar dinero barato para reanimar la economía. En rigor, como las commodities están denominadas en dólares, si este se debilita, las materias primas valen más billetes. "Para los próximos dos años no se espera una baja de la soja", arriesga el economista Francisco Gismondi. "Hay varios motivos: no se prevé una suba de tasas de interés en el mundo hasta dentro de dos años; otro, es que hay sustentos a mediano plazo para que la demanda real de la oleaginosa no caiga, que están dados por la mejora en la alimentación en los países emergentes y por la mayor demanda de soja para biocombustibles". BONANZA EMERGENTE La bonanza de las economías emergentes permite que más y más personas dejen de comer cereales para empezar a alimentarse con una dieta considerada más sofisticada, con más carne, lácteos, frutas y verduras. La harina de soja queda bien posicionada en este esquema, dado que se demanda en el mundo como forraje para animales. Según la FAO, por cada ración de carne vacuna, se requieren casi seis raciones de grano, mientras que por cada una de cerdo, tres de granos. En el mundo existe, en paralelo, una mayor concientización del daño que generan los combustibles fósiles -como el petróleo- en el ecosistema, por lo que también desde hace cuatro décadas (desde la crisis del petróleo en los años 70) que la demanda de alimentos para la generación de energía no deja de crecer. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por las siglas en inglés), el consumo mundial de porotos de soja para uso industrial creció 854% en el período. Y prácticamente todos los países -incluida la Argentina- tienen fijadas metas en los próximos 10 años, para ir aumentando la participación de los biocombustibles en de la mezcla de las naftas. Se cree que la tecnología ayudará, no obstante, a incrementar el potencial de los países productores, pero según dice Gismondi, hasta ahora la mejora no alcanzó para cubrir el aumento de la demanda. "No veo que la soja suba tanto como hasta ahora, pero si no se desacelera China o suben las tasas de interés, no se ven riesgos a mediano plazo para los precios del cultivo -sentencia-. Igualmente, es importante que no haya cambios en las regulaciones; otro factor que podría provocar una baja de los precios." En el país, el precio de la soja merece tanta atención como el precio del dólar. Aunque desde el gobierno de Cristina Kirchner se empeñan en demostrar que el viento de cola y precio del "yuyo", no son razones del éxito del modelo económico, los números muestran que el dinero que genera el complejo sojero (que incluye los porotos y sus versiones procesadas: de aceite y harina ) juega una parte importante. La soja es el cultivo más importante del país: concentra el 64,2% del área sembrada en el país. Con retenciones de 35%, el Gobierno recauda gracias a la oleaginosa cerca de $ 25.000 millones al año. Esto es que más de la mitad de los derechos de exportación que cobra el estado nacional los aporta la oleaginosa. Según datos del Banco Ciudad, en 2010, estos sumaron en las arcas del Tesoro $ 45.000 millones en 2010, lo que equivale un 3,2% del producto bruto interno (PBI) argentino. También la balanza comercial se mantiene superavitaria, gracias a los millones de dólares que ingresan al año por las exportaciones del cultivo y sus procesados. Sin ir más lejos, en 2010, las exportaciones del complejo sojero sumaron US$ 17.298 millones (lo que equivale al 25,4% de todas las exportaciones argentinas). Gran parte de estos dólares excedentes del comercio exterior son los que se sirvieron hasta el año pasado para engrosar las reservas del Banco Central, y que por estos días se utilizan para sostener el precio del dólar. "Gracias al efecto de la soja hemos tenido ingresos fiscales y de dólares que dieron estabilidad al sistema y lo alejaron de otras crisis", opina Eduardo Fracchia, director del área de Economía del IAE. "En otros períodos, ante un cimbronazo, la falta de dólares hubiera generado una crisis, porque la gente corre contra reservas del Banco Central y genera una devaluación, lo que afecta el crecimiento económico. Hoy nadie apuesta que el dólar se vaya a siete pesos, porque hay reservas para contener cualquier corrida". Para Fracchia, otra sería la historia si la soja cayera hasta cotizarse en torno a los US$ 350 la tonelada. "Sería un número más molesto y el Gobierno se vería obligado a buscar otras fuentes de financiamiento", alerta. Gismondi, por su parte, dice que el superávit comercial pasaría de US$ 11.600 millones a cerca de US$ 2000, si el precio del cultivo cayera a la mitad. Y al aporte directo del yuyo a la economía, también debe sumársele los efectos indirectos que tiene sobre las distintas actividades, muchas de la cuales hoy viven un momento de esplendor gracias a los dólares excedentes del agro (ver aparte). Según Marcos Rodríguez, intendente de Inriville, una localidad en Córdoba, estos precios permiten que la economía en general viva del sector agropecuario. "Indirectamente -asevera Rodríguez, que además gerencia de una empresa que alquila campos y cultiva 40.000 hectáreas-, la soja colabora en la construcción, la industria automotriz y los servicios". Para los productores, sin embargo, una caída de los precios a la mitad sería preocupante, porque el aumento de los costos producto de la inflación también está reduciendo paulatinamente sus márgenes. Según ilustra Rodríguez, con una soja de 180 dólares (descontadas las retenciones), los productores solían tener un margen de entre 120 y 130 dólares; hoy, dice, con una soja de US$ 330, el margen no supera los 60 dólares. Así, la Argentina, casi más que ningún otro de los países emergentes, está al tanto hoy de que la niña prodigio de las commodities le siga yendo bien. Por ahora, todas las condiciones parecen estar de su lado. Sin embargo, en un mundo que se caracteriza por la volatilidad, no hay lugar para las certezas.
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